28 de Diciembre 2006

fallo hepático

Con el tiempo, empiezas a hablar con el cerco que deja la jarra de cerveza sobre la barra. Cuando comprendes que el cerco no va a contestar, estrujas la bayeta con la que el camarero ha limpiado la barra, dentro de tu vaso. Pero claro, eso es sólo con el tiempo.
Beber es una buena forma de dejarse morir. Lenta y poco certera, pero suficientemente buena para cualquiera incapaz de algo más definitivo.
La mayoría de las veces, el mundo sólo es soportable con resaca. Con esa realidad amortiguada. Blanda y poco hostil. El resto de veces, el mundo es definitivamente insoportable, y ni siquiera el alcohol puede luchar contra eso.
Algunas noches vuelvo a casa dándole la mano a un pequeño mono. Es un animal con respuestas ingeniosas, aunque sólo yo pueda verlo. Hablamos de todo un poco, y al final de la noche, me gusta creer que es él quien me mete en la cama. Herido.
La gente piensa que Leaving Las Vegas es una situación lejana e improbable. Aunque claro, normalmente, cuando entiendes que algo se ha roto ahí dentro, suele ser demasiado tarde.

enfant terrible 6:02 AM | Comentarios (13)

13 de Diciembre 2006

impulso

una vez pensé
matar a un hombre.
matarlo de una forma
sincera y cruel.

era un hombre
al que quería.
de hecho,
era un buen amigo.

lo cierto es que
el impulso,
poco a poco,
desapareció.
como el agua
que se escapa
por un sumidero.
cualquiera puede
ver el rastro.

y ahora,
cada vez que ese hombre
me mira.
lo ve.

enfant terrible 4:01 AM | Comentarios (13)

12 de Diciembre 2006

la condición humana

Un grupo de minusválidos mira el mar. Los inválidos miran las olas y miran las rocas, pero no se miran a si mismos. Seguramente porque mirarse entre ellos, es mirar a la muerte. Cara a cara.
Así que miran el mar. Y el sol se refleja en sus sillas.
Y esta no es una historia triste, ni siquiera una historia cruel. Pero es una historia real.
Un negro se acerca al grupo de inválidos y les ofrece gafas de sol. Gafas con los cristales ahumados y las patillas doradas.
La gente que come a unos metros de los negros y los inválidos, siente pena por ambos, y a su vez, se convierten en los jueces de la escena.
Los minusválidos no miran las gafas. No miran al negro. No miran el mar. Se miran por primera vez entre ellos, y poco a poco, empiezan a insultar al negro.
Y el negro guarda, humillado, las gafas de sol en una bolsa de cuero. Y se marcha de allí.
Caminando.

enfant terrible 6:38 PM | Comentarios (8)