5 de Septiembre 2022

cubierta diez

No tiene sentido. Pero sólo te das cuenta cuando llegas al fallo muscular. En la última repetición de la última serie. Dejas caer las mancuernas al suelo de caucho del gimnasio y te quedas con la mirada perdida en alta mar. Entonces entiendes que no tiene sentido estar entrenando en un crucero de lujo. Atravesar el mundo, sin apenas darte cuenta, en silencio, flotando sobre toneladas de acero, levantando un pocos kilos por encima de la línea de flotación de los hombros. Sólo escucho techno repetitivo, amortiguado al otro lado cristalera, que proviene de la piscina. Se cruzan los gordos con los esculpidos. Todos con hambre y todos locos. Gente que viene y va. Sonriente. Bronceada. Una secta desordenada. Los vigoréxicos desprecian a los hedonistas. Y éstos los compadecen. La puerta corredera del gimnasio se ha abierto dejando entrar un poco de techno. Una chica se ha sentado junto a mí y ha dejado en el suelo un batido de proteínas de vainilla y una piña colada. Si no fuera por la forma de la copa el contenido es indistinguible. Da un sorbito de cada recipiente entre repeticiones. Agita el batido y mueve la sombrillita del coctel. El mundo necesita equilibrio. Empieza a atardecer y los actores vuelven a sus habitaciones. Todo el mundo necesita una ducha. Las alcantarillas se llenan de sudor. Del que no tiene sentido.

enfant terrible,
comentarios
comentarios