4 de Septiembre 2022

cubierta once

Trescientas cinco personas. Está escrito en letras blancas sobre la cubierta rígida del bote salvavidas. En realidad parece un batiscafo. Un pequeño submarino que llevaría a los elegidos al fondo de una dorsal oceánica. A una nueva civilización. Sin dejar rastro de su vida anterior. Una vía de escape para los millonarios que se suban a la cáscara de Noe. Al principio flota como una almendrita, pero poco a poco, se hunde sin dejar rastro. Sigo pensando que es imposible que quepan trescientas personas, muy juntitas, en las dimensiones de la barquita. Quizás noventa o cien, en el mejor de los casos. Así que en seguida entiendo que la gran evasión sólo está dimensionada para los pulseras negras. Cuando llegue el momento, el sistema de grúas irá dejando los batiscafos rojos sobre la superficie del mar. Escogiendo a un puñado de elegidos, como en una de esas máquinas recreativas, en las que una pequeña garra metálica escarba entre la plebe hasta quedarse con el peluche adecuado, salvándolo del resto, y llevándolo a la salida de emergencia. Donde una mano desconocida lo salva y le proporciona una nueva vida. A la tripulación de pulseras negras, en cuanto escuchen la señal acústica, abandonen el barco. Y cualquier tipo de vida previamente conocida.

enfant terrible,
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