6 de Julio 2022

mazel tov

El rabino tiene las manos de un lobo, si los lobos tuvieran manos, y los rabinos fueran lobos. Y lo supe cuando me agarró, en la inercia de un baile en espiral, empequeñeciendo mis deditos, mientras mis pies se enredaban entre el deber y el saber. Estaban todos tan borrachos como sudados. Estábamos. Podía ver cómo el sudor y el alcohol brillaba en las barbas y en los escotes. Había más tripas que tobillos delgados. Pero violines y copas biseladas. Alguien perdió un reloj y yo encontré un reloj entre los tacones. Alguien se hernió levantando una silla, pero nadie llamó a un médico. No formaba parte del ritual, aunque todos fueran médicos. La mujer del rabino cantaba como los ángeles, aunque no sé si es una expresión acertada. Estaba tan borracha como su marido, pero sus ojos azules evocaban otro mar. Y eso lo podía ver cualquiera. Especialmente el padre del novio, que era marino, de los de verdad, de los de antes, de los que te arponean el alma con una sola mirada. Si tú has visto a Moby Dick, no seré yo el que lo dude. Y entre decadencia y exaltación, nadie parece darse cuenta de la tristeza de los novios. Todo el mundo parecía querer esta boda, menos ellos. Mazel Tov tiene una sonoridad preciosa. La vamos a necesitar de camino a casa.

enfant terrible,
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