15 de Noviembre 2021

mariposas oscuras

Revolotean los drones como mariposas oscuras. En cada mirada hay láseres, miedo, y vergüenza. Bajo cada visera, las miradas esquivas, apuntan todas al suelo. No supimos esquivar el reconocimiento facial en la vieja época de las redes sociales. Queríamos ser alguien, y ahora somos unidades identificables. Están empezando a pavimentar la ciudad con suelo reflectante para que los drones nos puedan detectar en el reflejo de nuestras miradas esquivas. Las cirugías para la dismorfia dieron paso a las cirugías para parecerse a un enemigo y después para parecerse a un avatar digital pero no a una persona real. Nadie era ya la misma persona que nació en la época analógica. Los certificados de nacimiento se actualizaban, tras cada identificación, en tiempo real con un token indicando la nueva actualización de la cara del sujeto. Medio centímetro arriba en el arco de la ceja, medio puñetazo abajo en el pómulo izquierdo. Estamos a tiro de piedra de la computación cuántica. Una piedra que nos persigue desde el paleolítico. Y que, ahora que nos ha alcanzado, utilizaremos para desfigurarnos, resquebrajar las aceras reflectantes, y derribar las mariposas oscuras que cada noche revolotean sobre nuestra nuca. He apretado el paso mientras me he ajustado aún más la capucha. He encontrado en el mercado negro de Akihabra, una trastienda en la que introducen un bit de aleatoriedad en la cadena de ADN sin dejar rastro.

enfant terrible,
comentarios
comentarios