13 de Agosto 2021

tenedores

Escucho tenedores sobre platos de verano. No veo la cerámica ni las manos que sostienen los cubiertos. Pero escucho las voces, los murmullos interrumpidos por alguna broma, las risas, las conversaciones repetidas agosto tras agosto, las toses adultas, los chorritos de agua, pero ya no escucho televisiones, ni las voces de los viejos que se fueron, ni las de los hijos que decidieron no volver. Escucho el calor, deshaciéndose como una gran gota de humedad que impregna de lentitud la noche. Escucho el alivio de los viejos que se fueron por ya no padecer el calor, al amparo del frío de la tumba. Escucho a los jóvenes reírse del futuro, como si tuviera sentido hacer otra cosa. El paraguas del cinismo nos salvará de la inundación que desperdigue a la próxima generación. Ahora que ya no se imprimen titulares no hay ríos de tinta sobre el calentamiento, pero las tipografías líquidas del scroll se escurren desbordando el cauce de la red. Los desastres sólo ocurren en la pantalla, en mi teléfono hay dos grados menos. Alguien dice que esta noche hay una lluvia de estrellas. Las luces de las terrazas se apagan y todos los niños miran al cielo. Cualquier deseo es una apuesta impagada, pero achina los ojos y no pierdas el rastro. Cuando llegue el momento ya no se escuchará tu tenedor sobre un plato. Me escucho pensar y me asusta lo que escucho. Cada agosto es otro agosto. Cada vez más sudado. Hacia el frío.

enfant terrible,
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