Hoy he sabido que te has suicidado. Uno nunca sabe cómo reaccionar ante un suicidio. Pero menos aún cuando la muerte llega mucho antes que la noticia. Y esos meses, ese lapso de tiempo, en el que uno sigue con su vida, sin saber que la otra persona decidió no seguir, son la forma más egoísta de la que soy capaz de escribir sobre esto. Pensando más en mi extrañeza que en el dolor que te llevó a hacerlo. La incomprensión tampoco puede explicarse a sí misma los metros que separan al brote psicótico, del balcón y el suelo. Hay partes que prefiero no imaginar y hay otras que no existieron, o eso me digo, porque no quiero escribir que el recuerdo es una desolación proyectada. Me he quedado dormido leyendo lo último que dejaste escrito. Hace frío, pero sólo en mi mano izquierda. Es un frío que me recuerda cualquier cosa que yo quiero recordar. En el sueño, flotabas divertida en el veneno de la garganta azul de Shiva.
enfant terrible,