8 de Septiembre 2020

entresuelo

Vivo en el entresuelo de las vidas. Él podría ser el Gran Lebowski y ella la pequeña Amélie. Pero están los dos borrachos y no son grandes ni pequeños, ni siquiera personajes, sólo dos borrachos a las cuatro de la mañana de un sábado. Sentados en el parking de motos. A dos scooters de distancia. Discuten a través de las mascarillas. Así que no hay saliva lloviendo a contraluz de las farolas. Balbucean con un cigarro entre la FP2 y la boca.
Intento proyectar la conversación en el techo de la habitación. Y entorno los ojos para leer los subtítulos, entre las grietas de pintura y las manchas de humedad. La escena que imagino es más amable que la que he visto al sacar la cabeza por la ventana. La conversación que subtitulo tiene más tacto que la que apenas escucho.
Les oímos, seguramente, todos los vecinos. Pensando que es una historia más de amor que va a morir en el parking de motos. Y lo que seguramente no sospechamos es que el Gran Lebowski y la pequeña Amélie en realidad nos escuchan a nosotros. Sabiendo que nuestras historias reposan muertas sobre colchones a las cuatro de la mañana.
Me duermo en el entresuelo de la noche. Entre sus vidas y la mía. En mi cabeza suena el No one know I´m gone de Tom Waits. Nunca he sabido si las canciones forman parte de los sueños.

enfant terrible,
comentarios
comentarios