9 de Octubre 2004

RF

Cartílagos en pequeños sacos de plástico. Bolsitas numeradas en neveras de hospitales. Cámaras frigoríficas con orejas a cuarenta grados bajo cero.
Adiós análisis chartristas. Brokers con las venas rajadas. Adiós fondos de pensiones. Cuerpos sin vida en bañeras vacías. Adiós inversiones. Suicidios. La bolsa hundida. Hombres saltando desde cincuenta metros. Gente arruinada.
Nada que ver con la viruela. La sífilis. El sida. El cáncer. No es fácil contar diez pasos sin contar tres muertos. Cuerpos duros con el codo en alto.
Algunos siguen vivos. Talan antenas blancas y rojas. Tienen sierras eléctricas. Quemaduras en las ingles. Orejas amputadas.
Auriculares manchados de sangre. Estudios epidemiológicos falseados. Radio Frecuencia penetrando en los tejidos hasta un centímetro. Cáncer cerebral. Esperma sin flagelo. Orejas mutiladas. Leucemia. Un muerto cada dos segundos. Los teléfonos móviles funcionan por Radio Frecuencia. RF.
Salas de parto vacías. Recién nacidos con cianosis. Falta de oxígeno en la sangre.
Adiós primer mundo. El ochenta por ciento de la población tiene un teléfono móvil. Mil millones de muertos. Esperanza media de vida para dos mil millones de personas: seis años. Hola al resto.
Una preciosa niña de Madagascar se acerca a mí y dice: estáis todos muertos. Sonríe y da vueltas sobre sí misma. Lleva un abrigo beige. Me desangro pero sonrío. Trato de acariciarla y no llego a su mejilla. Paso la mano sobre su abrigo y veo algunas pecas. Montones de lóbulos. Pabellones auditivos. Algún pendiente. Miles de orejas humanas cosidas. Es una piel maravillosa.

enfant terrible,
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