En el coche más feo, pero los más felices. En algún sitio, entre Barcelona y Lisboa. Con tus pies colgando por la ventanilla. Con tu cara de yonqui, esa que tan de moda se ha puesto. Cantabas. Con la boca muy abierta. En el inglés que no sabes. Con esa sonrisa de obrigado. Esnifabas. Y sangrabas el papelito. El de la autopista. El que le dabas al chico del peaje. Luciendo ese escote tan pobre. Pero que tanto vende.
Follando en las gasolineras. Entre los carteles de recién fregado. Y el miedo de los abuelos. A que tus ojeras les robase la cartera. Y faltaban cactus para que aquello fuera tu road movie. Y ahora, sobran espinas.
Portuguesa, guárdame un hueco en el cielo. No tardaré. Te lo prometo.