4 de Marzo 2004

Juego

Lo de las máquinas del tiempo ya está muy visto. En lugar de viajar en el tiempo, podríamos jugar a viajar de persona en persona.
Poner la rajita del culo y ser puta. Pánico al virus. Coleccionar enanos de señores borrachos que nunca vuelven. Y morir, desangrada. En cualquier descampado.
O servir copas de noche. Dejar que alguien se deje llevar por la euforia y nos convierta en una cicatriz de diez centímetros. Porque un vaso de tubo da de beber. Y raja caras también.
O repartir publicidad a la salida del metro. Gente ofendida. Quién serás tú para tenderle el brazo a ese señor. Tú ganas dos céntimos por hoja repartida. Ellos se limitan a escupir. Los más educados le mandan recuerdos a tu señora madre.
O ser uno de esos señores que huelen mal porque quieren. Duermen junto a un cajero automático porque quieren. Y mueren, evidentemente porque quieren, a modo de falla. Llegan cuatro niñatos. Lo rocían con gasolina y ese señor deja de pasar frío.
Como juego estaría bien. Pero sólo un día en la vida de ciertas personas. Que sino, escuece.

enfant terrible,
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