29 de Febrero 2004

Fotocopia en color

Los señores de azul tienen pistola y te piden que pares a la derecha. No tienen cara de ser demasiado simpáticos.
Se acerca uno de ellos. Tiene un pirulo amarillo que ríete tú del de darveider. No entiendo muy bien quién se cree este señor para colarse en mi noche. Su gorra me resulta tan absurda como un faquir tragando pelotas de goma.
Me pregunta si he soplado antes. Le cuento que hace bastante que no cumplo años y no parece entenderlo. Las velas en las tartas de cumpleaños y los policías son definitivamente estúpidos. Está claro.
Mira su aparatito de tres dígitos como quien ojea los titulares a primera hora del Lunes. Desaparece en dirección a su coche patrulla. A mis cuatro años yo también tenía un coche patrulla. Azul y blanco. Aunque no andaba molestando a nadie a las cinco de la mañana.
Vuelve con un papelito. No tiene pinta de ser una receta. Las recetas ya son de por si horteras como para encima escribirse en papel de calco. Amarillo y Rosa.
Seiscientosun euro coma un céntimo. Me resulta gracioso ese céntimo. No sabía que se dejase propina en las multas. O quizás sea el sueldo de este amable señor. Quien sabe.
Antes de que suba la ventanilla me cuenta que si pago pronto, la receta sale por la mitad. Mira tú que bien, no sabía que estuviésemos de rebajas.
Añade con tono grave que un juez se encargará de quitarme el permiso de circulación. Que barroco suena eso de permiso de circulación. Tampoco le doy demasiada importancia. Las fotocopias en color no son tan caras hoy en día.


enfant terrible,
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