A tí, conductor aburguesado de taytantos, propietario de un Mercedes modelo Lady Di, fumador baboso de puros, y déspota por naturaleza, te pido, te ruego, y en parte exijo que no me mires por encima de esas ridículas gafas, y si puede ser, tampoco por encima del hombro cuando lleguemos a un semáforo.
A tí, que con desprecio opusionao humillas a vendedores de farolas y demás profesionales del paso de cebra, que deslumbras con faros de xenon a señoritas que tu dinero no puede comprar, te aconsejo que no trates de adelantarme, que no te fíes de tu curva de par ni de tu tecnología alemana, que olvides las palabras del vendedor dinámico y elegante del concesionario porque en ciudad todos los motores optan a la pole.
Adoro perderte por el retrovisor.