25 de Septiembre 2005

Anfibios azules

La noche que se apagaron todas las luces de la ciudad había anfibios azules en la espalda de Susana Nuez Moscada.
Su encendió la linterna y vimos un mono chupando monedas doradas. Un mono que se presentó a si mismo diciendo hola, soy John Arcadas.
Con el culo en el borde de la ventana, John decía que la oscuridad es una lengua negra que nos lame a todos la cabeza. Decía eso mientras se pintaba las uñas de los pies de color cereza.
Su le tiró la linterna a la cabeza y el mono se tragó una de sus monedas. Le quitó el esmalte de color cereza y le escribió algo sobre las cejas.
Cómprate un zeppelín y desaparece es lo que puede leerse sobre los ojos de ese mequetrefe.
El mono empieza a llorar, se convierte en plátano, se come a si mismo, y desaparece.
Después de eso, vemos la calle iluminada, y los anfibios azules siguen tatuados en la espalda de Nuez Moscada.

enfant terrible 8:38 PM | Comentarios (10)

11 de Septiembre 2005

Daltónico

No estoy hablando de estar muerto.
No estoy hablando de estar dormido.
No estoy hablando de que guarden toda tu sangre y te inyecten un líquido a siete grados.
No es nada de eso.
Imagina estar suspendido.
Imagina no notar las extremidades. Ni el peso de los párpados.
Sin frío. Sin anestesia.
No escuchar tu respiración. Ni el ruido de tus tripas.
No estás dormido. Simplemente no estás.
No estás muerto. Pero lo parece.
Cincuenta horas sin que nadie espere nada de ti. Sin preguntas. Sin responsabilidades. Sin angustia. Sin vecinos a los que mutilar. Sin arcadas. Sin picores. Sin dolor.
Sin respuestas físicas.
Con la actividad neuronal de una piedra de río.
Encerrado en un cubículo. Secuestrado. Incomunicado. Sin puertas. Sin ventanas. Sin secuestradores.
Cincuenta horas suspendido. Como un insecto con las alas arrancadas.
Feliz e inconsciente.
Sin tener que decidir si cortas el cable verde. O el rojo.

enfant terrible 6:46 PM | Comentarios (13)