Sólo el que duerme solo habla del frío que pasa por las noches. Y describe la humedad en los pies. La madera del suelo que cruje. La languidez azulada de las plantas cuando la única luz es la de las farolas de la calle. La epilepsia de las girnaldas de navidad que parpadean como mandíbulas a la salida de un after. Puede amanecer varias veces en las noches que nunca anochece. No sé si es el insomnio o la cercanía con el polo. Me devora la psoriasis como un reptil lento. Mudo la piel como un asesino poco meticuloso. No dejo huella, pero sí rastro. He encendido el tocadiscos. El vinilo de When the Levee Breaks estaba puesto. La lucecita azul ha parpadeado y play. Mi cabeza gira a treinta y tres revoluciones por minuto. Al sacudirla, una pequeña escama ha caído sobre el vinilo. Me he quedado en cuclillas esperando a que la aguja alcanzase ese punto en el disco. Lo último que se ha oído. When the levee breaks, mama, you got to move,
enfant terrible,