26 de Mayo 2004

Liquid room

Acaricio la pared con la punta de los dedos. Como una madre buscando el nombre de su hijo en una lista de soldados muertos. Me revuelvo. Aparto las sábanas. Abro los ojos. Me río de las rendijas de la persiana proyectadas en el techo. La luz de algún coche las pone en movimiento. Se escapan. Comprendo que son ellas las que se ríen de mí. Desisto.
Cuatro dígitos verdes. Borrosos. 03:49. No es fácil saber si es tarde cuando no tienes muy claro donde estás. Negocio minutos de tres segundos. Y pierdo. Aquí todo el mundo parece tener muy claro como ganarme. Incluso un jodido despertador.
Las paredes se vuelven líquidas. Y se separan como dos gotas de mercurio. Se me abultan los ojos. Hago óes con la boca. Olvido los tres últimos segundos escritos. Desde fuera, una mano arranca la persiana. De pronto llueve algo. Empiezo a notar sobre las escamas los golpecitos de la asquerosa comida de peces.

enfant terrible,
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