Quiero volver a tener cuatro años. Me voy a comprar un calidoscopio. Imágenes hipnóticas. Fragmentadas. Simetrías absurdas. Sólo necesitar eso para olvidar. Pasarme horas con el ojo pegado al tubo. Y no con un tubo dentro de la nariz.
A los cuatro, las lágrimas no saben a amigos muertos. A sexo sin amor. Sólo saben a chichones y mercromina.
La plastilina maleable de antes. Ahora mi carácter. Y los hilos de mi marioneta. O los zurzo. O me ahorco con ellos.
Regálame un calidoscopio. No nos pongamos trágicos.