Te acercas a la cinta. Das el último golpe de riñones. Agachas el cuello tratando de ganar por los pelos. Expresión acertada. No pierdes el tiempo en mirar a la derecha. La noche se decide en décimas.
Después de los gritos y el sudor. Las palmadas en la espalda. Para ti no hay ramo ni fotos. Sólo plata. Y nada más triste que la plata. Lo importante es participar. Pero esa frase no se le ocurrió a un ganador. Y ese sabor amargo. El de la derrota. Casi tan amargo como el que deja la coca. Aunque más sincero.
Suena su himno. Y baja su bandera. Le escupirías. Pero le miras con admiración y respeto. El mismo que se merece quien se lleva a la más bonita de la noche.
Y ella, descalza, se sube a su zeta tres. Él arranca. Y se van. Has perdido.