17 de Febrero 2004

Redbull

Dudo que las autoridades sanitarias estén de acuerdo conmigo. Desayuno crispis con red bull. Espero no llegar a leer nunca una de esas tétricas pegatinas en mis adoradas latas de taurina. De bastante mala leche me levanto ya.
Seguramente sería más rápido hacer una lista de las cosas a las que no soy adicto. Acabaría antes. Les confieso que mi último descubrimiento es el red bull. No me llevo ningún tipo de comisión por escribir esto. Lo prometo.
Repaso las latas de sucedáneos en el supermercado. Todas y cada una. Hago tablas comparativas mentales. Cafeína. Taurina. Guaraná. Escojo la mejor relación calidad precio. Que rata soy. Las marujas comprueban asustadas que en mi carro sólo hay latas plateadas. Con una mirada escrutan mis ojeras. Seguro que es un tosicómano de esos (con ese y pronunciado con muy mala idea).
Acudo a mis citas post-sobremesa con una sonrisa en la boca. Mis amigos me saludan y con un ligero toque en su fosa nasal, se interesan por mi estado de salud. A mi no me parece de acuse de recibo andar de coca a la hora que salen los niños del colegio. A menos que te la pasen ellos. Nunca se sabe.
Por eso les cuento que he encontrado lo último de lo último en felicidad energética. Powerking. Misma composición. Mismo sabor. Mitad de precio. Me crecen las mismas alas. Y es que no hay que dejarse engañar por la publicidad. Te puede hacer desear cosas que realmente no necesitas.
O quizás las necesites. Pero no a ese precio joder. Lo dicho. Powerking.

enfant terrible,
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