16 de Febrero 2004

Huella

Se sedimenta, la noche en tus suelas. Cristales hundidos. Una colilla. Sangre. Bílis.
Acerca la nariz. Más. Hedor. Pasa la lengua. Si tu hígado fuera reversible sabría así. No es agradable. Tampoco lo es una foto de comunión sobre un nicho. Un traje de marinero y morir a los diez. Puedes apartar la vista. No por eso va a desaparecer.
El único testigo de lo que no quisiste ver anoche habita bajo tus pies. De poco sirven los cabezazos contra los baldosines. Eso no borra tu memoria. Colorea tu frente. Imbécil.
Tu nariz, cada vez más Sinatra. Tu voz, no.
Quemar tus botas no serviría de nada. Conseguirías otras. Te sobran dos pies y ganas de morir. Habrá que amputar. O comprarte botas nuevas.

enfant terrible,
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