9 de Febrero 2004

Finjamos

Podemos mentir y afirmar que jamás hemos levantado la báscula del supermercado. Nuestra bolsa de tomates pesa un kilo menos, pegamos la pegatina con picardía y algunos céntimos de ahorro suben nuestra adrenalina.
Podemos ejercer de niños bien y asegurar que nunca hemos mingido en una piscina. Todos respetamos esa leyenda urbana del líquido que reacciona con la urea y colorea el agua. Mentimos. Meamos. Lo desmentimos. Seguimos meando. Silencio. Flotamos. Sonreímos satisfechos.
Aquella madrugada de Agosto, la felicidad pasó por escanciar lo etílico de la noche en la piscina. El ruido del chorrito cayendo desde el borde de la piscina sobre la quietud del agua. El silencio de las seis de la mañana y la mirada de aquella vecina madrugadora.
Que importa desde dentro o desde fuera si el cloro acaba con todo. Devuélvame el saludo amable vecina, seguramente sea usted mucho más discreta que yo, pero deposita su sangría don simón, en el mismo continente que yo.


enfant terrible,
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